Es lunes 6 de septiembre, no se trabaja en Estados Unidos porque celebran el día del trabajo, pero aquí es diferente. El hambre me está matando, por lo que a las 12 en punto voy a buscar mi almuerzo a la cafetería. El hambre es tal que me la como en mi oficina. Me quedo reposando por media hora y luego sigo laborando. Después de las 2 de la tarde se escucha fugaz un disparo y pienso “ojalá y sea una goma que se explotó”; luego continúo realizando mis labores.
Como hora y media más tarde subo al piso 4 y allí me informan que mataron a un señor que iba tranquilo por la avenida Albert Thomas, al parecer para robarle su motor. Me asomo a la ventana de la escalera y luego de 2 horas todavía hay en la acera debajo del gran Framboyán más de 10 policías entre los uniformados y los vestidos de civil. No distingo bien pero al parecer el cuerpo sin vida ya había sido levantado por el forense.
Supe por boca de los demás empleados que el tiro traspasó el cuerpo de la víctima y terminó en una camioneta que estaba estacionada en la calle. El sabor amargo de la inseguridad ciudadana me invadió nuevamente ya que tengo que bajar a la calle para ir al mecánico a ver como van los trabajos en mi vehículo. Al salir a la acera, disimulo pero internamente tengo miedo. En eso me recuerdo lo que dijo un conocido que vive en Villa Francisca, cito “por mi casa después de las 12 de la noche hay tres tipos de personas en la calle: policías, delincuentes y víctimas; y como yo no soy ni policía ni delincuente, por eso no estoy en la calle a esa hora” fin de la cita, y pensé “al parecer el problema ya no es solo a las 12 de la noche”.
Ya completamos el ciclo: robo de piezas de carros, desapariciones de vehículos parqueados en la calle, robos a mano armada, mujeres arrastradas por no soltar sus carteras a tiempo y para culminar asesinatos; y todo esto en horas laborables.
Ya si nos llevó quien nos trajo.
TheStarvingPredator
Martes 07 de Septiembre del 2010
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