Creo que te ha de
gustar esta carta y los comentarios
"Carta de un joven"
"A mis 25 años me
sorprende cómo va cambiando el mundo que nos rodea. Muchos jóvenes en la
actualidad vivimos una época de preocupaciones antes de tiempo y que, sin las
orientaciones necesarias, no podremos llegar muy lejos, ya que lo que vivimos
es muy diferente a lo vivido por nuestros padres. Para detallar esto, decidí
escribir sobre mi propia experiencia.
Los inicios
Desde temprana edad,
mi padre me enseñó que el trabajo duro trae sus recompensas, y que la educación
era lo primordial para desarrollarnos en nuestras vidas como profesionales.
"Estudia,
consigue un buen empleo y trabaja arduamente", me aconsejó. En ese
entonces, estábamos bien económicamente y con pocos problemas. Tiempo después,
debimos enfrentar nuevos retos. Mi padre perdió su empleo, y buscaba la forma
de aportar al hogar. Felizmente encontró un trabajo con el que me permitió
completar mi educación universitaria.
Entre estrategias con
el uso de las tarjetas de crédito, préstamos y recortes de gastos, mis padres
hicieron magia para que con sólo RD$70,000 al mes pudieran mantener a tres
personas, junto con mi educación. A sus casi 60 años, mi padre aún sigue
laborando, y está feliz de ver mi título universitario.
Al graduarme, conseguí
mi primer empleo, que llegó acompañado de mi primera cuenta bancaria. Temas
nuevos que no tuve la preocupación de entender bajo la sombra de mis padres.
Indignación
Al pasar los meses,
todo se convertía en una rutina, de la casa al trabajo y viceversa. Mientras
tanto, los compañeros de labor hacían bromas de qué tan rápido podían
desaparecer su sueldo de la quincena, al pagar las deudas.
Al cambiar de trabajo,
los ingresos aumentaron, pero también los gastos. Ganando el doble de mi sueldo
anterior, pensaba en todos los planes que podía hacer, pero al pasar el tiempo,
el sueldo no me pareció suficiente.
Llegó el gran momento
de mi primer aumento. Para mi sorpresa, sólo me tocaba 3.5% o RD$2,000. A ese
paso, para poder tener un sueldo parecido al de mis compañeros, tendría que
esperar diez años, sin siquiera tener en cuenta la devaluación para llegar a
RD$80,000.
La confusión
Para ese tiempo,
tomaron fuerza los "multiniveles". Estos nos hacían un llamado a la
conciencia: "¿Trabajar toda tu vida para otro?", "¿Entregar la
seguridad de la familia a la inseguridad de un empleo?", "¿Acaso con
lo que ganas podrás cumplir tus sueños?", y un nuevo concepto que me
definía como parte de la "generación Y", con el mantra de: "Sé
emprendedor, sé dueño de tu destino, ¡sé dueño de tu propio negocio, ahora que
tienes el tiempo!".
Ver a mi padre seguir
trabajando, a pesar de su salud, y estar rodeado de personas con décadas en la
misma posición sin avanzar, me dio el temor de verme a mí mismo en esa
situación.
Estos tiempos, cuando
el ahorrar se vuelve complicado, y los costos de la vida van en aumento, nos
ponen a reflexionar por el futuro: ¿Podré costear la salud, educación y el
estilo de vida que quisiera darle a mi futura familia?, ¿el mercado me pagará
más si hago una maestría?, ¿podré algún día comprar un apartamento cómodo, cuando
los pagos son tan altos? Ninguna de las respuestas a estas preguntas parecían
ser positivas o claras. Necesitaba alternativas.
Para mi sorpresa, no
era el único con estas preocupaciones, mis compañeros de la universidad temían
lo mismo, y todos sabíamos que debíamos tomar acción para enfrentarlas.
La desesperación
"El que no
arriesga no gana", "No esperes resultados distintos haciendo lo
mismo", "Nunca fue tan fácil hacer negocios" y "Cada vez
son más los jóvenes con éxito", son frases que se repetían. Nadie hablaba
de trabajar para una empresa grande o de estudiar más para ganar mejores
salarios. ¡Todo lo contrario! Parecían ideas fuera de tiempo, que sólo
significaban el común denominador para el fracaso.
Rápidamente me vi en
un mundo de buscar las tasas de interés más alta para certificados financieros,
y de encontrar al banco con más beneficios. Largos periodos y miserias de
retornos generados era lo que encontraba. Fue entonces cuando conocí un puesto
de bolsa que me otorgaba mejores tasas que el mercado común, pero aun siendo la
mejor opción no me conformaba.
El negocio de
TelexFree tenía un poco más de un año funcionando en el país. Me parecía una
idea ridícula y poco confiable desde sus inicios, pero luego, al verme
estancado en la búsqueda de una mayor rentabilidad, decidí tomarlo en cuenta.
"El que no arriesga no gana" me motivaba a intentarlo. Total: era una
oportunidad de obtener un retorno inimaginable que no se sabía por cuánto
tiempo estaría en el mercado, y que podía aprovechar.
Inyecté una parte de
mis ahorros, lo suficiente como para no verme afectado, pero sí para poder
generar un retorno del negocio el cual volvería a inyectar, sacando mi dinero
del juego. Faltando un mes para recuperar el dinero, la compañía cerró por
estafa, como era de esperarse.
De vuelta a los días
de trabajo, y con el completo entendimiento de no saber nada, comencé una
búsqueda por adquirir conocimientos de finanzas. Pero me estrello con la realidad en el país
con la venta de Cervecería y de Orange y Tricom. Cientos de personas
despedidas, y amistades cercanas terminan en la calle, sin importar qué tan
buenos eran, o si tenían maestría o no.
Los trabajos de
nuestros padres, que parecían tan seguros, ahora parece que no lo son para
nosotros. Las compañías se fusionan o venden, los precios suben, los aumentos
son pequeños, la educación es costosa, las vacantes son escasas y, de
encontrar, hay que competir con miles de igual o superior nivel.
Muchos entendemos que
estamos a una edad en la cual podemos cometer errores y asumir riesgos, por lo
que sentimos que si no actuamos ahora, más adelante será difícil o ya muy
tarde. "¡Si hubiera sabido lo que
sabes a esa edad!", exclama un compañero de trabajo, quien afirma que la edad
entre los 25 y 35 es una época importarte para tomar decisiones.
Es aquí donde me
encuentro, tratando de tomar decisiones. Sin dinero suficiente como para
invertir en bienes raíces o alguna otra inversión, busco consejos o alguna
ayuda que nos pueda dar las pautas a seguir.
Los jóvenes estamos llenos de sueños, pero con muchos temores de que
pasen los años sin haber hecho nada.
Me despido pensando
que necesitamos una cultura en la que nos podamos apoyar, y que nos ayude a
enfocarnos y fomentar nuestros proyectos.
Okey he aquí otra dando
respuesta.
Querido amigo:
Leí tu carta con
detenimiento. Te confieso que tengo ya más de una semana pensando en ella. De
entrada, no sé si lograré ayudarte, pero lo intentaré. En primer lugar, tengo que felicitarte. Lo
que tan sincera y responsablemente expusiste en tu carta de la semana pasada
generó miles de adhesiones y de simpatía de los lectores, sin importar su
generación o nivel social.
Supiste captar la
ansiedad generalizada que domina nuestras vidas económicas, personales y
familiares, producto de los cambios aquí y en el mundo, que nos chocan cada
día, y que están fuera de nuestro control.
Lo que te escribiré no
pretende convencerte. Si algo he aprendido es que avanzamos con nuestros
propios tropiezos, no con los ajenos. Pero quizás, ¡ojalá!, te lleve algo de
esperanza con un nuevo reto que te propondré.
Valores , valores y más valores
Yo sé que te parecerá
un cliché hablarte de valores. Igual te compartiré algunos que creo podrán
ayudarnos a todos. Primero, seamos
realistas. Las preocupaciones que expresaste no son exclusivas de ahora, ni de
tu generación (la Y), ni la mía (la X). He encuestado formalmente a personas de
80, 60, 40 y 20 años, y todos están convencidos que su vida fue más dura que la
de sus padres.
Las dificultades que
enfrentas, quizás sean diferentes a las de tus padres, pero créeme, que lo que
ellos (o sus propios padres) lograron, fácil no fue. Si te sientes que enfrentas preocupaciones
"antes de tiempo", no quieres imaginarte lo que era vivir en la
inseguridad y los atropellos del trujillismo, o los "12 años", que
tantas vidas jóvenes costaron.
Tus padres ya
inculcaron en ti, con su ejemplo y su vida, muchos de los otros valores que
quiero compartirte. La responsabilidad,
por ejemplo. El de la persistencia también. Gracias a esos dos valores, y al
trabajo, lograron educarte tan bien como lo hicieron.
Esa felicidad de tu
padre al verte con tu diploma y profesional que me describiste, no la produce
el dinero rápido ni mal habido. Tampoco fue producto de "magia". Es
el resultado de años de trabajo, con la persistencia y la responsabilidad, que
sólo a sus 60 años sabremos valorar.
El que consideres que
tu vida se torne rutinaria o aburrida ("de la casa al trabajo y
viceversa") es algo que está totalmente bajo tu control. Tú lo sabes mejor
que yo. También sabes que es inaceptable, pues por tus acciones me has
demostrado que conoces muy bien el valor del aprendizaje y el crecimiento.
Con los recursos que
existen hoy día, está en ti sacarle provecho a cada día. No te dejes llevar,
¡por nadie! Mucho menos de un grupo de amigos que decidan desperdiciar sus
sueldos y su tiempo, con la cachaza de hacer de ello un mal chiste.
Ahora bien, de que eso
exigirá de ti el valor de la disciplina, no hay duda.
Está en tus manos
evitar el tedio, el aburrimiento o la rutina. Desarrolla una vida social más
sana, proponte metas concretas y lógralas, lee más, ejercítate, diviértete con
inteligencia. Logra esa disciplina en una parte de tu vida, y verás cómo se
generalizará en todas las demás.
Que seas disciplinado
no es decir que dejes de cuestionar o ser inquieto.. Nunca cambies, pues si no,
fueras un mediocre.
Todo tiene un tiempo bajo el Sol
De la disciplina a la
mediocridad hay un gran trecho, y está sustentado de un valor fundamental: La
paciencia. Querido: Tienes la vida por delante. El mundo no se acabará mañana,
ni tampoco permitas que la incertidumbre del futuro te paralice de miedo o
ansiedad. ¡Paciencia!
Si te aceleras,
ambicionarás una riqueza material y efímera, que sólo te llevará, como ya te
ocurrió, a las pirámides, al juego y al deseo del dinero fácil. Cuídate también del falso emprendimiento.
Ahora la moda es ser "emprendedor", cual si fuera la solución a todos
nuestros problemas económicos.
Eso es una falacia.
Hasta para el emprendimiento hay un tiempo adecuado. Si hoy soy un chiripero
(¿emprendedor?) de cierto éxito, es gracias a los quince años de experiencia,
disciplina, hábitos y relaciones que aprendí como... ¡Un simple empleado! ¿Hay
algo de malo en eso?
No todos somos Jobs,
Gates o Zuckerberg. Algunos somos simples López o Fernández, que para
desarrollar nuestros planes de negocio, primero acumularemos un cierto capital,
mucha experiencia y relaciones para "emprender".
Para no desesperarte, entrégate
Tengo que despedirme
llamándote la atención con algo: Debes ser más humilde. Definitivamente más
agradecido y posiblemente más generoso.
A tus 25 años, soltero
y sin familia, ganas ya más que 90% de los dominicanos. En nuestro país, el 70%
vive en todo un mes con lo que tú ganas en una semana.
Tienes un empleo,
estable o no, de poco aumento salarial o no, pero un empleo al fin. Hoy día, más
del 30% de tu generación, educada igual que tú, está desempleado y, ella sí,
totalmente desesperada.
Por lo anterior, me
despido motivándote a que te entregues más en una obra social que te rete y que
te motive a ser mejor persona y ciudadano. ¡La que sea!
Estoy seguro que si
abrazas como valores tuyos aún más la generosidad y la caridad, muchos de los
dilemas existenciales que ahora enfrentas serán nada al lado de la paz que sólo
el agradecimiento, propio y de otros, traerá a tu vida.
Gracias, sinceramente, por escribirme.
"La arrogancia de
la edad debe someterse para aprender de la juventud." Edmund Burk,
escritor y político (1729-1797)